La historia de Ashley: el cavernoma silencioso

Dos días después de dar a luz a su hijo, Ashley sintió que algo no iba bien. Decidió tomar una copa de vino con la cena y después empezó a sentirse mal; su instinto le dijo que llamara a su médico.

Después de hablar con su médico y tomarse la presión arterial, Ashley pensó que podría ser útil dormir y ver cómo se sentía por la mañana. Unas horas más tarde, se despertó para amamantar al bebé y notó que su brazo izquierdo no se movía como antes. Aun así, «tal vez necesito dormir un poco más», pensó.

Pasan las horas y Ashley hace todas las tareas matutinas de una madre: amamantar, limpiar, dejar a los niños en la guardería, etc. Cuando regresó a casa, supo que definitivamente algo no iba bien. No podía trabajar, las palabras eran difíciles de decir y entender; necesitaba que la viera un médico.

Tan pronto como llegó al consultorio de su médico, la enviaron de inmediato a urgencias. Debido a las restricciones por la COVID-19, Ashley tuvo que estar sola.

En la sala de emergencias, una tomografía computarizada mostró una hemorragia cerebral inoperable, una de las palabras más aterradoras que se pueden escuchar. En ese momento, Ashley no podía mover su cuerpo y era difícil comunicarse con alguien. Sin embargo, insistió en que le hicieran más exploraciones y encontraran una manera de ayudarla. Los médicos solicitaron una resonancia magnética.

La exploración mostró un cavernoma (un grupo de vasos sanguíneos anormales) ubicado justo en el tronco encefálico. Debido a su ubicación, nunca será algo que puedan operar. Ashley tiene que vivir con un cavernoma por el resto de su vida.

“Fue lo más aterrador porque tenía que estar sola, procesando toda esta nueva información y tratando de defenderme después de sufrir un derrame cerebral. No tener a mi esposo ni a mis hijos cerca de mí fue realmente difícil… pero ellos son lo que me motivó a mantener la determinación de encontrar una manera de superar esto y volver a casa”.

Ashley permaneció en el hospital durante una semana, en la UCI, y luego pudo pasar a la sala de partos para estar con su esposo y sus hijos. Pasó seis semanas de terapia física y ocupacional intensa.

“Estaba atrapada en cámara lenta: no podía mover todo mi lado izquierdo y todavía me costaba un poco hablar. Me esforcé mucho para salir del hospital lo antes posible”.

Hoy, Ashley usa las redes sociales y su experiencia como trabajadora de habilidades para la vida para ayudar a las personas que se recuperan de un derrame cerebral.

“Estaba enseñando a las personas cómo lidiar con la ansiedad y la frustración, y de repente tuve que usar esas habilidades yo misma. No esperas lidiar con tantas emociones después de un derrame cerebral, especialmente si no puedes moverte como antes. El proceso de recuperación es extremadamente frustrante y tienes que aprender a manejar esas emociones desde el principio”.

Le preguntamos: ¿Qué has aprendido y por qué estás más agradecida?

“He aprendido que, en cualquier circunstancia, DEBES defenderte a ti misma. ¿Necesitas una tercera y cuarta opinión? Búscala. Te conoces a ti misma y a tu cuerpo, no esperes para obtener ayuda o tratamiento. Puede salvarte la vida”.

“En primer lugar, estoy muy agradecida por mi familia. Mi marido, que cuidó de mí y de mis bebés, y mi hermana y mi suegra, que nos ayudaron. Y, en segundo lugar, estoy agradecida por mi cuerpo. No te das cuenta de lo importante que es poder moverte, levantarte, amamantar, caminar, hablar… Hasta que no te quitan esas cosas, no te das cuenta de lo valiosas que son. Estoy agradecida de estar aquí para disfrutar de la vida”.

Al igual que muchas otras mujeres jóvenes, Ashley es la prueba de que el ACV no discrimina: puede sucederle a cualquiera. La prevención es clave y el tratamiento temprano es imprescindible. Habla con tu médico sobre tu riesgo de sufrir un ACV y lo que puedes hacer para prevenirlo (en particular durante el embarazo) y, si sientes que algo no va bien, busca atención médica.

Agradecemos a Ashley por compartir su increíble historia y ser parte de una comunidad en crecimiento de sobrevivientes de ACV que generan conciencia sobre este problema.

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